Ayer fui al cine a ver El Fotógrafo de Mauthausen de Mar Targarona, protagonizada por Mario Casas en el papel de Francesc Boix. ¡Estremecedora! Me vino a la memoria el artículo que escribí para la revista cultural Nervae en 2005 sobre la visita de una familia nervense a aquel campo de concentración donde desapareció su tío. “Mauthausen: dolor en el paraíso. Una familia nervense revive el holocausto nazi 60 años después”.
Las víctimas del holocausto nazi recibieron un homenaje en uno de los campos de concentración alemán ubicado a 20 kilómetros de Linz, Austria. María y Esperanza López, sobrinas de Pedro López Martín, acudieron a la cita invitadas por las autoridades españolas. Armadas de valor, se trasladaron hasta el valle del Danubio para reencontrarse con el espíritu de su tío cuyo cuerpo nunca llegó a aparecer.
A su regreso a Nerva nos contaron la experiencia vivida, junto a otras familias, en lo que quedaba de aquella siniestra fortaleza dedicada al exterminio en plena II Guerra Mundial. Un escalofrío te recorre todo el cuerpo para después inundarte, hasta casi ahogarte, en una inmensa sensación de pena. “Tuvo que ser horrible”, se lamentaban. Por más películas que veamos sobre lo sufrido en aquel infierno, y el filme de Targarona lo hace de forma magistral, jamás podremos imaginar lo que realmente su pudo sentir allí.